NUEVA YORK Y YO
Francisco de Sales
Desde que fui a Nueva York
mis latidos se muestran apáticos
y laten en un inglés americanizado.
Pero no soy víctima de su distancia.
No me acompañó en mi viaje de vuelta,
ni siquiera metafóricamente,
ni me dio en prenda su corazón
ni un trocito de Manhattan.
El amor no recorre ninguna de sus Avenidas
como el tráfico y sus habitantes;
calles de secano, rascacielos insensibles.
El jazz no habita en sus noches,
los negros no desgranan el soul,
los saxos agonizan al fondo de los garitos.
Más hubiera querido ser
indispensable en sus pensamientos y sus venas,
o necesario como los besos en los labios
y más querido que un burdel en el Vaticano.
Nueva York:
donde quiera que te encuentres,
habitarás mi olvido.