Francisco de Sales - Poesía

CINCUENTA AÑOS

Francisco de Sales

 

 

Fue sólo un instante.

 

El mínimo que un espejo requiere

para observar a una persona

y devolverle una fotografía viva.

 

Con eso bastó para que ella,

a punto de abandonar,

irrevocablemente,

los cuarenta y nueve,

emitiera un juicio despiadado

(¡Ay, Dios, esa no soy yo¡)

y prorrumpiera en un llanto débil

pero inconsolable.

 

 

Poco después,

cargada de valor,

y de comprensión y de amor,

volvió a mirarse en el espejo,

le agradeció que no le mintiera,

y se aceptó.

 

Cincuenta años mañana, dijo.

Y se alegró.