Francisco de Sales - Poesía

FELICES DIECISIETA, ANA

Francisco de Sales

 

 

Miro con vehemencia tu adolescente inquietud.

Desde el mirador de mis cuarenta y tantos,

desde la calma a la que me han traído los años,

observo tu curiosidad fresca,

tu vida dubitativa,

tu insonora urgencia

y tu aprendizaje de la vida tan duro como el algodón.

 

Asoma irónica una sonrisa en mis labios.

No me río de ti ni me río de tus chapoteos:

es el sentimiento del recuerdo de cuando sólo tenía tu edad,

y un arrojo inexperto como el tuyo,

y un futuro casi infinito por delante.

 

Hoy, desde el ecuador de mi vida,

desde este observatorio que me deja ver el pasado,

comparto tu seguridad en lo que es inseguro,

me hago tu cómplice y te animo con mi ánimo.

 

Yo estoy en el lugar que me han reservado mis experiencias.

Si miro al pasado me considero experto;

si miro al futuro comparto tus miedos.

 

Si quieres, te llevo en la grupa de mi existencia

y te enseño el paisaje de tu porvenir;

te hablo de los baches que te encontrarán,

te adelanto la relación de los sentimientos que usarás

y te cuento trucos, secretos, escondrijos, atajos y verdades.

 

 

Pero quizás esto sea lo mejor que puedo hacer por ti:

quedarme quieto y aprender a estarlo;

ofrecerte mi sombra para cuando quieras cobijarte,

o dedicar mis oídos a escuchar tus asuntos.

 

No he de salvarte de todos los inocentes peligros.

 

Has de aprender a manejarte con el mundo,

con la vida, el futuro, el presente y el pasado.

Has de descubrir lo que se esconde tras cada día.

Has de confraternizarte contigo.

Y formar la unidad más amplia que puedas.

Crear un vínculo con tu conciencia,

querer a tus sueños, a tus amigos, a tu vivencia;

adecentar el camino hasta tu corazón poniendo alfombras;

adornar tu cara con una sonrisa contagiosa;

negociar con el sol para que siempre te alumbre;

abrir los brazos de abrazar buena gente;

aliarte con la verdad: ser sincera;

encontrar tu Dios.

 

También has de reírte, ser feliz, ser estrella...

Y acompañar a tu alma a su paso de abuela.

Y emocionarte con todas tus emociones.

Y sentir con plena consciencia.

 

Y además, ser tú.

Ser sin estridencias

la inconfundible Ana

que en el futuro nadie podrá repetir.