Francisco de Sales - Relatos

MADRES...

Francisco de Sales 

     

       Yo notaba algo extraño en su mirada, pero a los quince años uno no puede saber lo que dicen los ojos de una mujer cuando se entornan sin necesidad, ni sabe uno que algunas preguntas inocentes son indiscretas, y uno cree que las únicas hembras en las que hay que pensar con intenciones lascivas son las chicas de pechos recién nacidos, o las de uniforme escolar que luego se convierten en vampiresas cuando se visten las minifaldas, o las que son amigas o amigas de las amigas.

        Por eso uno cree estar a salvo cuando esa mujer que parece que se insinúa no entra en la categoría de posible presa de caza, y cuando crees que al decirte hijo es que te ve como a un hijo, como a su hijo, su hijo que es tu amigo, y piensas que si provoca el quedarse a solas contigo mandando a su hijo, tu amigo, a hacer algún recado urgente (innecesario) es solo para quedarse a solas contigo y preguntarte por él, para que le cuentes algún secreto de su hijo, tu hermano de sangre a quien no traicionarías por nada del mundo, y entonces te coses los labios, simbólicamente, por supuesto, y haces el juramento mudo de lealtad por el que no dirás nada que comprometa a tu amigo, nada de aquel porro que fumasteis juntos, ni cuando aprovechasteis el finde que se marchó con su marido a la boda de la sobrina y montasteis la fiestecita de los güevos que acabó de mala manera, ni le dirás tampoco, jamás, ni con tentaciones ni con torturas, que quedáis juntos para masturbaros, pero cada uno con la suya, por supuesto, ni soltarás palabra de dónde esconde el paquete de cigarrillos, por eso estás tranquilo, porque confías en ti, en tu discreción, y esperas que tu amigo regrese ya de una puta vez, joder, lo que está tardando, la hostia, que ya te estás empezando a poner nervioso con eso de que se arrime tanto para hablar contigo y te ponga la mano en la pierna de una forma natural y de un modo casual, y de pronto en tu azoramiento descubres, cosa insospechadísima, joder, que te está poniendo cachondo la madre de tu amigo, y claro, como estás en la edad esa en que el muelle es autónomo y se dispara a la mínima y sin contar contigo, y ella se ha dado cuenta del bulto que tratas de disimular con pésima maestría, ella acerca más la mano, sin darle importancia, mirándote fijamente a los ojos si tus ojos fueran capaces de quedarse fijos, cosa que no hacen porque se fugan adonde les lleva el nerviosismo, y en una de las ocasiones, cuando ya se ha arrimado y te tiene a tiro como el más certero cazador, como una serpiente o un camaleón, dispara su mano a tu paquete, también de una forma natural y de un modo casual, y te pide perdón, pero ya tiene claro que estás empalmadísimo, más duro que la más dura roca, y te dice que no te preocupes, pero cómo no te vas a preocupar, joder, si no encuentras en el repertorio de excusas una para salir pitando, aunque, sí, claro, la única salida es decir que te estás meando, que tienes que ir al servicio, y te levantas acojonado, pensando qué pensará ella y cuando te encierras en el water te quedas a solas con tu asunto duro y dudas entre meterlo debajo del chorro de agua fría y encogerlo o hacerte una pajota, ya que estás puesto, y ya que la madre de tu mejor amigo cuando no riñe es capaz de poner una sonrisa que turba a cualquiera, y como la palabra turba te lleva a la palabra masturba, pues ya que estás y como sabes que puedes ser muy rápido si quieres, te pones a ello, además así cuando salgas si vuelve al jueguecito no se te pondrá dura y te evitarás el sofocón, así que te bajas los pantalones, verificas que el pestillo está corrido, joder con la palabrita corrido en esta situación, y piensas en Mari Puri que es en quien piensas últimamente cuando te haces las pajas, pero no te jode que en vez de Mari Puri aparece en tus pensamientos la madre de tu amigo desabrochándose la blusa y quitándose el sujetador, y no te jode que tiene unas tetas mejores que cualquiera de las pocas que has visto hasta ahora, y no te jode que se deja caer la falda con un solo movimiento de sus dedos que la liberan del botón, y debajo lleva una minitanguita de esas que se meten en la raja del culo y por delante tapa lo mínimo, que la mayoría de pelos se le escapan, pero para cuando quieres quitarla de tu pensamiento ya es tarde; te tapas la boca no vaya a ser que se te escape un grito, has tenido la mejor corrida de tu vida, jadeas en silencio, y estás en eso cuando te das cuenta de que te has tapado la boca con la misma mano que te has hecho la paja, así que cambias de mano rápidamente, y como crees que ya estás tardando mucho para echar una meada, y sospechas que ella puede estar con la oreja pegada a la puerta para enterarse de lo que haces, eso si no tiene hecho un agujerito por el que ha visto todo tu numerito y entonces sí que sería un marrón, porque con qué cara sales ahora, pero te arriesgas y sales, piensas que si te echa en cara que has tardado le dirás que llevas unos días con diarrea y por eso te ha costado cagar, aunque no dirás cagar, ya encontrarás su traducción al diálogo educado, y entonces te das cuenta que no es diarrea sino lo contrario lo que tienes que decir, pero no te acuerdas qué es lo contrario a diarrea, así que buscas otra excusa por si acaso, y dirás que no has podido abrir el pestillo que habías corrido, pero no vale la excusa porque ella sabe que abre bien y si dices corrido lo mismo te busca las vueltas y a saber dónde acabarías, así que valor y pa’fuera, a ver por dónde sale el sol, y el sol es ella con esa sonrisa tan resplandeciente y esos ojos tan brillantes y esa blusa con el botón desabrochado y esa colonia que hueles desde donde estás; entonces te das cuenta de que se ha estado preparando y no para su marido precisamente, así que esta es la oportunidad de tu vida y tienes que decidir si seguirle el rollo a la madre de tu mejor amigo, tu hermano, y tirártela, que ya notas que el muelle se está tensando de nuevo, o si te largas de allí a toda leche y con el rabo entre las piernas, nunca mejor dicho, como si la frase la hubieran creado para este momento precisamente, y decides que quieres marcharte, pero el intento es nulo porque en cuanto abres la boquita, ella, que sabe más que tú de aquí a Roma, te dice que no te puedes marchar, que no le gusta estar sola y con un hombre como tú está tranquila, que tú le das tranquilidad y seguridad, y que antes, cuando se acercó a ti se sintió como hacía tiempo que no había estado con una persona, de a gusto que estuvo, y como tú eres tan sensato, no como su hijo y los chicos de su edad, que son infantiles e inmaduros, pues que se siente bien contigo y que le gustaría darte un abrazo para saber cómo se siente de protegida por ti y te añade que no te dé corte, que para ella eres como un hijo, ya lo sabes, y que el abrazo será vuestro secreto, así que no te deja más remedio que dejarte ser abrazado por ella, que no era lo que había dicho, y cuando te sientes entre sus tetas, tío, sientes una cosa que no se puede contar pero que se nota y ella lo nota, se arrima descaradamente, se roza con suavidad y tú piensas que dos rozaditas más y te vuelves a correr, así que reculas un poco sin poder salirte de la cárcel que se ha formado entre sus brazos y sus tetas, joder qué tetas, y de pronto te sorprendes cambiando el pensamiento en el que deseabas que apareciera pronto tu amigo por otro contrario de ojalá no apareciera ni tu amigo ni su padre en la puta vida y pudieras seguir más tiempo en esa situación, y te escandalizas pensando que a la mierda esa chorrada de que es la madre de tu mejor amigo, en realidad es una calientapollas y tiene que hacer unas mamadas de puta madre, como tantas veces has pensado que te gustaría que te hicieran, y que está claro que esa tía se va a follar a alguien y en ese caso mejor que sea a ti, el mejor amigo de su hijo, y así prácticamente queda todo en casa, porque por lo menos tú eres limpio y cualquiera sabe cómo sería otro que pillara, así que tiras por la calle del medio, te tragas tus principios, tampoco son tan importantes, y decides pasar al ataque en el mismo instante en que se oye cómo una llave gira en la cerradura y la voz de tu mejor amigo dice ya estoy aquí.

        Cuando pregunta qué habéis estado haciendo en mi ausencia, ella dice que hablar, ¿no habréis estado hablando de mí?, por supuesto que no, ¿de qué habéis hablado?, de cosas...

        Tu amigo, que es más que tu hermano, te pregunta cuando ya os quedáis a solas si te has aburrido con su vieja, y le dices que un poco, menos mal que has venido, tío.

        Mañana has quedado con tu amigo para ir a su casa.

        Ya veremos qué recado urgente (innecesario) le prepara su madre.